4 de julio de 2011

Made in China.

Que el negocio del fútbol es más negocio que fútbol no es nada nuevo, es más, se obvia y se entiende a uno con el otro de una manera única e inseparable, lo que convierte a ambos en un producto artificial aunque si rentable.

De como se juega y de quien juega entendemos, o eso parece, la mayoría. Somos los que nos sentamos delante de la televisión a ver cualquier partido en el cual queramos echar algunos minutos de aburrimiento o vaciar en ese espacio nuestro momento de calma y ocio. Pero para que todo eso funcione y llegue a nuestros ojos han tenido que trabajar otros pocos, la otra parte del fútbol, los de la moneda, para que ese jugador vista esa camiseta, con ese patrocinio, esas botas y ante esas cámaras. 

Ni ellos ni nosotros somos los malos, ya que sin nosotros no existiría el negocio suyo y sin ellos, nosotros no tendríamos la posibilidad de disfrutar de las pasiones de la pelota.

Pero los límites se han sobrepasado de tal manera, que se ha perdido la razón, corriendo el riesgo de perder la emoción que dan los domingos de fútbol.

Muchos profesionales, que son eso, profesionales y se mueven por ofertas de trabajo y emolumentos, están dispuestos a cambiar sus vidas diametralmente por el bien de su familia y el futuro de las próximas generaciones de su linaje, embarcándose en alguna liga o mercado exótico, en el cual solo hay dinero y no calidad profesional ni de mejora.

Es fácil caer en el error de culparles de peseteros y de poco amor al club al cual dejan por otro en el que cobrará más, cuando cualquiera de nosotros querría una mejora contractual cada dos días, si fuese posible. Yo preferiría que mi familia pudiese vivir de la mejor manera posible aún viendo como cuatro descerebrados con bufandas, me increpan. El amor principal se debe sentir por los tuyos.


El problema está en lo que hemos consentido hasta llegar a este punto. Somos los primeros que nos quejamos de la desproporción económica que se ve en la calle y las cantidades que mueven los traspasos, para luego ser los primeros en alabar a esa figura que ha llegado a nuestro equipo, consiguiendo así darle lo que quería al magnate, tiempo, televisión y dinero, a fin de cuentas.

Debemos ser más críticos y mirarnos el ombligo a la vez que exigir la limpieza de los clubes, que deben cantidades exorbitadas de dinero a Hacienda sin que aquí pase nada, mientras las familias humildes si serán perseguidas.

El mercado asiático ha entrado en juego y esto puede convertirse en el boom definitivo... Ya nos han cambiado hasta la hora de jugar en nuestro país. 

Darío Conca, para muchos desconocido, pasa a ser el tercer jugador mejor pagado del mundo, hablando únicamente de la ficha que le pagará su club, que por cierto, es de China y para más inri acaba de ascender a la máxima categoría este mismo año... 

Se nos va de las manos, porque ya no solo es una desproporción alejadísima de la razón humana, es que encima no saben fichar... Pero menos mal, ya que ahí está el mayor riesgo del aficionado español...

Si lo ofreciesen la mitad a Santi Cazorla, Thiago Alcântara, Mesut Özil... ¿Crees que se quedarían aquí?



Jesús Verdugo
Twitter.com   @Verdu8

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