30 de mayo de 2012

Mamá, quiero ser granota.

Acabado el curso y todos los balances habidos y por haber de la Liga BBVA hechos, llego a la conclusión de que Madrid, Rayo y Levante son los campeones de liga.

Los blancos porque lo dice la tabla, los rayistas porque con su salvación sobreviven pero ante todo y sobre todos los levantinistas porque nos han hecho soñar con otro fútbol.


Ahora cuando solo se habla de liga de dos, cuando la mayoría de los clubes se matan ante Madrid y Barcelona más en los despachos que en las áreas, cuando se vive solo pensando en la próxima estrella que presentaran tanto Sandro Rosell como Florentino Pérez... Llega el club humilde de la ciudad del Turia y hace la machada de meterse en Europa con el segundo presupuesto más bajo de la categoría.

José María del Nido debe estar contentísimo. Él, junto con su equipo técnico y su dirección deportiva, siendo uno de los 5 mejores presupuestos de la categoría y tras protagonizar una lucha dialéctica contra los grandes por el reparto de derechos televisivos... Ha comprobado como con menos dinero se puede gestionar exitosamente una entidad y llevarla a límites insospechados... Desde la sombra, como Quico Catalán.

Sin necesidad de medios de comunicación, el joven empresario y dueño del conjunto de Orriols, ha conseguido poner al Levante en Europa. Antaño se intento con Tommasi, Arveladze o incluso Cruyff, que llevaron al club a la quiebra en varios ocasiones, pero Quico lo ha conseguido con JIM y con Ballesteros... Tiene cojones la cosa.

Para colmo y para mayor dolor del resto de presidentes de primera, el club hizo ayer una campaña de socios revolucionaria. Un club con necesidades que se mete en Europa y pone los abonos más baratos que la temporada pasada y con abonos para los más jóvenes casi regalados... Todo un éxito. 


Y es que no hace falta ser del Madrid y Barcelona para sentirse orgulloso de la temporada de tu equipo, ni hace falta tener a Cristiano Ronaldo o Lionel Messi para estar orgulloso de tu estrella, sino pregunten por SB18.

Definitivamente, te caiga mejor o peor, debemos todos reconocer que nos gustaría ser, al menos, un poco granotas.