13 de diciembre de 2011

Necesidades de ricos.


Ayer perdió su primer partido el City de Roberto Mancini en Premier, fue ante un gran rival, el Chelsea de André Villas-Boas.

Ambos equipos llegaban con mucho que demostrar, en primer lugar el equipo blue necesitaba una victoria que lo devolviese a puestos Champions y más ante un rival de renombre, que despejara las dudas sobre el entrenador portugués, que no acababa de encontrar un 11 con el cual pelear ante grandes equipos. Por otro lado llegaba la máquina skyblue con los billetes sobresaliendo de los calzones de algunas de sus estrellas, todos ellos con hambre de títulos (acierto de la estrategia deportiva) y con un ritmo de resultados en el ámbito local lejos de toda duda, pero eso sí, tras un fracaso europeo lejos, muy lejos de las exigencias planteadas por el club a inicios de temporada.


Y el City pegó primero, gol de Super Mario. Un pase del Kun Agüero para Mario Balotelli entre líneas, aunque hablando bien, cuando hablamos de una línea de centrales formada por John Terry y Branislav Ivanović, las líneas se multiplican por miles... Y ahora a los blues les tocaba remar contracorriente contra un equipo que se frota las manos cuando tiene la posibilidad de montar una contra, sino pregunten al United por si saben de que les hablo.

Pero el guión se torció para Roberto Mancini en el minuto 3 hasta el final.

El Chelsea decidió que la lucha para ganar el partido estaba en el centro del campo, evidentemente perdido en el último año, con Frank Lampard fuera de los planes del luso, John Mikel sin asumir exigencias defensivas y con Michael Essien lesionado por decreto. 

El guión a seguir era evitar el baile, evitar muchos pases cortos, encimar al rival y aprovechar los robos para dárselo a Juan Mata o Daniel Sturridge y que sonase la flauta que ambos tienen en este inicio liguero... Y así fue. Raul Meireles empezó a pegar y pegó duro, tanto que mereció ver dos claras cartulinas amarillas por sendas patadas a David Silva y Pablo Zabaleta, pero para entonces el mohicano portugués ya había firmado tablas en la contienda, con un robo, un sílbido de flauta de Sturridge y para dentro.

Ramires Santos metió músculo y velocidad, mientras que Oriol Romeu, que cuenta sus últimas 5 apariciones como titular y completando los encuentros, alargó la agónica presión del City demostrando su escuela Guardiolana, intalándose entre los centrales rudos del equipo de AVB, evitando errores de salida y facilitando la bajada de Mata y Ramires... Y así se fue acostumbrando el equipo skyblue a ver las tablas en el marcador, intentaba alguna contra, pero no cuajaban.

Para cuando comenzó la segunda parte, el City ya era un pelele. El corazón le ganó la batalla al balón y los de AVB fueron claros dominadores de la escena, las ocasiones, las llegadas y sobre todo, la picaresca.

Gaël Clichy se quitó la careta una vez más, demotrando su medianía envuelta en necesidad de laterales zurdos para poner en bandeja, con dos faltas estúpidas, el partido al Chelsea y dejar a las claras que la dupla Mancini-Platt, solo sabe por un 11, que por otro lado, con los 30 que tienen, no es difícil de acertar.

Los cambios fueron un despropósito, se encerró el tiempo necesario para que el Chelsea hiciese el segundo. Era evidente que tenía que quitar ataque y meter brega, pero quitar a Kun Agüero y David Silva es como quitar una bombona de oxígeno a un enfermo, que era el City. 

Y aquí acabó la historia de un equipo invicto que quiso emular al Arsenal de Arsène Wenger que acabó la temporada sin derrotas...

Lo que no sabía Roberto Mancini, es que para no perder, se necesita el balón.

Los ricos también lloran.




Jesús Verdugo.


@_Gambeta